Los animales que más se emplean en
terapias con personas con discapacidad son los caballos y los perros.
El caballo proporciona a personas con
problemas psicomotrices calor y movimientos suaves para relajar
miembros y músculos, sobre todo las piernas. Se trabaja la
coordinación y el equilibrio, y ayuda a tonificar la musculatura en
general. En personas con discapacidad psíquica
y sensorial les ayuda la interacción con el entorno, la ubicación
del espacio y estar en contacto con la naturaleza y el aire puro.
Los paseos a caballo en espacios
abiertos como el campo o la playa hacen a la persona entrar en un
estado de bienestar y tranquilidad, disfrutando del entorno sobre todo
en personas con problemas de comunicación e interacción, por ejemplo, el autismo.
Personalmente, llevo dos años montando a caballo y me gusta mucho, me hace sentir muy bien. Animada por un amigo que
pertenece a este mundo del caballo me inicié en estas terapias. Al
comienzo no estaba muy convencida, no lo veía muy claro y sobre todo por ser una persona con tantas limitaciones físicas... pero me equivocaba.
Comencé el primer día insegura y desconfiada.
La primera vez que me monté en un
caballo mi impresión fue de vértigo, pensé que estaba más alto de
lo que me imaginaba. Primero comencé a montar en una montura vaquera
adaptada. Este tipo de montura es más ancha, pesada y estable, con
adaptaciones en en el respaldar (una espaldera para reposar el
tronco) y una agarradera en la parte delantera. No utilizaba los
estribos lo que hacía que trabajase más el equilibrio, y el
instructor era el que llevaba las riendas, llevaba el caballo mientras realizaba
los ejercicios de brazos.
Tras muchos meses trabajando, realizando
ejercicios variados y afianzando la musculatura y el equilibrio, dejamos a un lado este tipo de montura para pasar a la montura
inglesa, una montura más ligera, pegada al caballo, estrecha y con ningún tipo de adaptación. Otra prueba de fuego, otra vez
enfrentarse a algo que produce miedo e inseguridad pero una vez
que nos enfrentamos a un nuevo reto y se supera, nos sentimos más seguros, confiados,... poderosos.
Realizaba ejercicios más complejos (eslalom, colocar picas en los conos, coger pelotas de los conos,
sentadillas... ejercicios con el animal en movimiento), llevaba el
control y las riendas del caballo, a utilizar los estribos y las
rodillas como puntos de apoyo y agarre...
Otro gran paso fue el conseguir subirme
al caballo de forma autónoma. Al principio lo hacía con ayuda del instructor, me manejaban y me montaba en peso en el
caballo. Tras la fabricación de unos escalones, subo con cuidado
agarrada a la montura, pongo un pie en el estribo y flexionando la
rodilla consigo subir.
Todo esto me ha proporcionado una
sensación de seguridad y creer en mí misma, experimentar que sí soy
capaz, e impulsarme ha hacer más cosas. Todo esto no hubiera sido
posible sin mi instructor, su apoyo y su afán por exigirme siempre
un poco más también han hecho que consiga todo esto, y por supuesto, a su
magnífico y paciente caballo, que no puede ser más noble y
bondadoso, gracias Paco y "Bailaor".
Además de disfrutarlos yo, vienen
otros niños de otras localidades con diversas discapacidades a
montar acompañados de sus padres y sus familias, creándose así un
ambiente muy bueno y beneficioso a nivel de relaciones, donde comparten experiencias tanto los niños como los padres (muchos de ellos se
conocen y comparten problemáticas similares).
Me encantan los sábados por la mañana,
simplemente porque sé que voy a montar.
Otro de los animales que se utilizan
para terapias son los perros.
Aquellas personas que tienen una
discapacidad física, psíquicas o sensorial, pueden disponer de un
apoyo, una ayuda que se convierte en nuestro mejor amigo, en nuestro compañero, en
un ser muy especial en nuestra vida.
Podemos clasificarlos en dos tipos: los
perros de asistencia y los perros de compañía.
Los perros de asistencia son aquellos
que han sido adiestrados para avisar a personas que tienen una
discapacidad auditiva de distintos sonidos y el lugar de su
procedencia (perros señal).
Los perros guía están destinados a
ayudar a personas invidentes, son perros destinados al
acompañamiento, conducción y el auxilio de personas con esta
discapacidad. De su adiestramiento y formación se encarga exclusivamente la Fundación ONCE. Estos perros, conocidos por todos, han
conseguido una gran aceptación en la sociedad.
Otra modalidad de perros de asistencia
son los perros TEA, perros útiles para personas con problemas de
socialización, comunicación y mitigar las conductas disruptivas.
Son los más apropiados para personas con trastorno del espectro
autista.
Los perros de alerta médica, avisan
cuando se produce una urgencia médica en aquellas personas que
tienen patologías que pueden llegar a comprometer su vida.
Cualquier persona que tenga una
discapacidad que limita sustancialmente su vida puede tener un perro de asistencia. Estos perros necesariamente no deben
ser de raza determinada, lo importante es que se adapten a las
características físicas y a la función que van a desempeñar y
tengan un carácter dócil, sea tranquilo y afectuoso, y que su
comportamiento sea previsible.
Por último los perros de ayuda social.
Estos perros están destinados a aquellas personas con una
discapacidad psíquica, y también se trabaja con ellos en residencias
de ancianos, centros penitenciarios, centro de
drogodependientes, etc...
También encontramos otro tipo de
perros que proporcionan un apoyo y estabilidad psicológica y
emocional, estos son los perros de compañía o mascotas. Proporcionan
bienestar no sólo en personas con dificultades sino a cualquier
persona. Suelen ser leales, dóciles, cariñosos y llegan a
mimetizarse con su dueño/a. No necesitan ser perros de una raza
determinada y no suelen estar adiestrados para realizar dicha
función. Si tienen hijos, padres, hermanos... con algún problema, y están pensando en adoptar a un animal para su ayuda, lo recomiendo, porque son muchos sus beneficios.
Hace un año que "Chiqui" llegó a mi
vida. "Chiqui" es una labradora negra que proviene de una camada de
labradores que tenemos en casa, donde siempre hemos vivido rodeados
de animales y sobre todo de perros, porque donde vivo se presta y
tiene todas las condiciones para tenerlos.
Yo nunca había reparado en ellos a
pesar de que compartíamos espacio y convivíamos juntos, pero ellos estaban
por su lado y yo por el mío.
Mi familia me animaba a tener uno, pero
mi respuesta siempre era la misma: “...yo cómo voy a cuidar de un
perro si a veces dudo si soy capaz de cuidar de mí misma..."
Es una actitud un poco egoísta y
cerrada. Me cierro en el momento en el que noto que me estoy
encariñando o empiezo a tener sentimientos. Es como una especie de
escudo o coraza que me pongo para protegerme y evitar que me hagan
daño. A lo mejor es una actitud errónea por mi parte porque puedo perderme muchas cosas y experiencias.
Aparte de estos pensamientos, también
estaba atravesando una época anímicamente baja.
Llegaba a casa y ahí estaba "Chiqui", me
levantaba y veía a "Chiqui", siempre se acercaba a mí a hacerme gracia
y me buscaba. Era cómo si supiera que no estaba bien y poco a poco
iba conquistándome. Siempre son los dueños los que escogen a sus
mascotas pero en mi caso fue ella la que me escogió a mí.
Estuvo lastimada y se perdió durante
dos días. Me puse muy mal y triste y sentía que sin ella me
ahogaba. Entonces entendí que me aportaba mucho y que necesitaba
estar con ella. Afortunadamente apareció y automáticamente la acogí
como mía, como propia.
Nos queremos mucho y a puesto mi vida
patas arriba. Me ha dulcificado el carácter, he experimentado
sentimientos que pensaba que no existían, me está ayudando a
superar ciertos aspectos que me cuestan. Por ella, salgo más de casa,
he aceptado sentarme en una silla de ruedas sólo porque veía que
así tenía la posibilidad de pasearla (estaba muy negada y sólo
con ver la silla me ponía de mal humor).
La gente más cercana a mí no me
reconocen cuando ven cómo le hablo y la miro... me cuesta reconocerme a mí
misma, ha llegado tan dentro de mí y ha conseguido cosas que ni
amigos ni familia han podido conseguir conmigo y mi cabezonería. Se ha
convertido en un ser muy especial para mí y por eso la gente la
respeta y sabe el lugar que ocupa y lo inmensamente feliz que me
hace.
Cuida de mí, me acompaña, es muy
cariñosa y obediente, se amolda a mi ritmo y espacio, siempre está
alerta y focaliza toda su atención en mi persona cuando le hablo.
"Chiqui" ha conseguido animarme y que no
me mire y regodee en mí misma y mi problemática, que mire hacia el
frente y empiece a pensar que tengo que ocuparme de más cosas.
Me acompaña al médico, al
fisioterapeuta, a sesiones de logopedia, a la piscina... todas las
mañanas la saco a pasear y vamos a desayunar. La colmo de cuidados y
pasamos casi todo el tiempo juntas.
Tener a un animal no es ningún juego,
es una responsabilidad muy grande y hay que ser consciente de ello.
Se les tiene que cuidar, querer, tratar bien y dedicarles nuestro
tiempo. Son seres vivos y ya no me vale cuando se dice: “...es sólo
un perro o un animal..”.
Puedo decir abiertamente que es una de
las cosas más bonitas y positivas que me han pasado últimamente.
“...Había un príncipe que tenía
una rosa en su jardín. La cuidaba y la mimaba mucho porque la
consideraba la flor más bella, única y especial que existía.
Se desilusionó cuando descubrió que
no era una especie única, que su rosa era común y que existían
muchas iguales e incluso más hermosas.
Pero el príncipe pensó y llegó a la
conclusión que la suya sí era única, especial y la más bella sólo
por el hecho de que era la suya. “
Mi "Chiqui" es mi rosa.
Desirée Flor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario